Desde los primeros minutos del 2017 se concretó uno de los aumentos en el precio de las gasolinas más alto en lo que va de las últimas 3 administraciones presidenciales y que cobra relevancia por el contexto actual.

Un cúmulo de información se ha dispersado por diversos medios masivos de comunicación respecto de la responsabilidad de los partidos políticos de tan polémica decisión basando su crítica en dos acontecimientos que se desarrollaron en el pasado inmediato, a saber: el Pacto por México y la aprobación la Reforma Energética una de las grandes reformas estructurales que, en palabras de Peña Nieto, pondría a México a la vanguardia y garantizaría el progreso económico.

Al respecto me parece bastante pertinente hacer puntualizaciones con el objetivo de aportar a tan importante discusión y vislumbrarla con la óptica adecuada.

En primer lugar debemos considerar que el llamado Pacto por México fue un acuerdo político nacional firmado por las tres principales fuerzas políticas de nuestro país (PAN, PRI, PRD) en los primeros meses del mandato de Peña Nieto que buscaba tres principales objetivos: el fortalecimiento del Estado mexicano, la democratización de la economía y la política y la participación de los ciudadanos como actores fundamentales en el diseño, la ejecución y la evaluación de políticas públicas.

De la lectura de lo anterior queda claro que la pretensión principal de tal canal de diálogo era la discusión, análisis y consenso de, entre otras cosas, las reformas estructurales promovidas por el Presidente, pero bajo ningún motivo implicaba respaldar acciones de dudosa procedencia que pusieran en riesgo la estabilidad social y económica del mexicano, como lo es claramente un aumento desproporcionado al precio de los combustibles.

Como segundo punto se menciona la responsabilidad compartida de la actual escalada del precio de la gasolina por la aprobación de la Reforma Energética no dejando claro el nexo causal.

Por principio de cuentas es necesario declarar que tal argumento carece de lógica y razón ya que el aumento en el precio de la gasolina no tiene relación con la reforma en materia energética.

El problema es predominantemente fiscal y se debe a la ineficiente recaudación y excesivo gasto del gobierno federal.

En lo respectivo a la gasolina y el marco normativo de la Reforma energética, que aún no entra en vigor, se establece que el gobierno continuará fijando el precio, cobrando por producir y recaudando por la venta.

Dicho de otro modo: El gobierno federal tiene los medios legales y fácticos para regular el mercado y los costos.

Finalmente es urgente recalcar que el actual aumento se debe principalmente a una decisión que fueron cabildeadas del PRI-Gobierno desde los Pinos y aprobado en el Congreso de la Unión: la Reforma Fiscal.

La anterior reforma contempla el tan vapuleado Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), mismo que se paga por la producción y venta o importación de gasolinas, alcoholes, cervezas y tabacos, razón por la cual el precio de la gasolina ha aumentado desde el primer día del presente año.

Cabe recalcar que a tal reforma Acción Nacional se opuso rotundamente y fueron el PRI, PRD, Verde Ecologista y Nueva Alianza obtuvieron una contundente mayoría con su voto a favor.

Ante la falta la acción del Gobierno Federal desde el Congreso de la Unión el Grupo Parlamentario de Acción Nacional se encuentra proponiendo medidas emergentes para frenar el alza en los precios, a saber: disminuir 50% el IEPS, recortes al gasto público y comparecencia del Director de PEMEX para plantear alternativas que ayuden a disminuir el peso de tales decisiones a los mexicanos.

EL PRI y el PVEM se han opuesto.

Lo anterior solo nos puede arrojar las siguientes conclusiones: El aumento a la gasolina es consecuencia de malas decisiones en el gasto público del gobierno, que ha desembocado en aumentar desequilibradamente impuestos lacerando gravemente la economía de las familias mexicanas que menos tienen.

La recientes declaraciones de Peña Nieto al respecto de este tema al asegurar que entiende y comprende la molestia y el enojo de la población respecto del alza de precios en las gasolinas, pero que de no hacerlo los efectos y las consecuencias serían más dolorosos solo deja en plena visibilidad a un mandatario y una administración que no asumen su responsabilidad sobre dos males inminentes que han sido la constante en gobierno: el despilfarro del erario público a costa de la ciudadanía y la grosera corrupción.

Por lo pronto a todos los mexicanos nos toca la enorme responsabilidad de no caer en provocaciones que promuevan manifestaciones violentas que en nada abonan al proceso democrático de nuestro país y darle el justo valor a nuestra voz rumbo a un 2018 que se nota tan lejano bajo el contexto actual que nos ha orillado a vivir el actual gobierno, y por la misma razón tan esperanzador.

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