ARTÍCULOS Y EDITORIALES

Bien común ¿Un mito?

2017-05-31

Carlos Simón Heredia Vázquez
Carlos Simón

Mucho se ha hablado del concepto Bien Común y tal pareciera que hablar de él, nos da autoridad moral para usarlo en nuestros argumentos cotidianos a diestra y siniestra o peor aún, cuando sin un ápice de intención para comprenderlo pretendemos convertirlo en un concepto abstracto que de cierto aire de intelectualidad a nuestra verborrea.

Es un tema que amerita un estudio profundo para no errar en su praxis al concretar su esencia.

La ligereza con el que lo tratamos cotidianamente nos podría llevar a la injusticia.

Es importante mencionar que el Concepto es ampliamente abordado y con gran delicadeza en el Documento “Los Pilares del Humanismo del Partido Acción Nacional” y que sin duda es de indispensable lectura.

Sin embargo, consciente de la vitalidad del tema, lo abordo para sugerir siquiera su estudio y para que coloquialmente pueda aportar un comentario al respecto, me parece debiéramos considerar su semántica, lo mío aquí expresado es tan sólo eso, un comentario.

Aunque vale hacer referencia que para profundizar en el tema es recomendable leer a Jackes Maritain, o a alguno de los grandes Tratadistas del tema.

Partamos de la definición de BIEN COMUN que nos da el Humanismo, como legado para hombres y mujeres de buena voluntad y que el Partido Acción Nacional, lo hace evidente; al margen habrá que decir que es el único partido que lo considera dentro de sus principios, (esperaría que si alguien en este pluralismo del conocimiento, tiene un dato diferente, nos lo comparta para salir de esta involuntaria ignorancia).

“El Bien Común es el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de todos y cada uno de los miembros de la comunidad.

” Aún así, tal definición incluyente de su propio significado, no queda clara en lo específico y exige desmenuzarla para un provechoso entendimiento y puesta en práctica; para ello partamos de tres premisas ya estudiadas vastamente y que han sido pilar del desarrollo justo en las naciones del mundo libre, acorde con el magisterio de la Iglesia que nos da luz a través de la Constitución apostólica Gaudium et Spes.

El Bien Común tiene tres premisas: a) El respeto a la persona en cuanto tal.

b) El bien común exige el bienestar social y el desarrollo del grupo mismo.

c) El bien común implica la paz, la estabilidad y la seguridad de un orden justo.

El respeto a la persona en cuanto tal.

Ya con el hecho de confirmar que la persona vale en cuanto tiene dignidad, quedaría resuelto el tema, sin embargo, a la luz de lo social no queda clara su preeminencia.

La esencia del orden social no es el colectivo, sino la persona humana, no se adquiere valor por formar parte de una sociedad, sino que cada quien vale en sí mismo como individuo, puesto que poseemos la aspiración a alcanzar nuestro fin último y el fin último de cada uno de nosotros no es el de la sociedad; de igual forma no hay colectivo ni sociedad, si no existiera el conjunto de personas.

Aceptar el valor que tiene el individuo como persona es lo realmente importante y nos permite justificar su acción predominante sobre el de la sociedad.

Así el bien común, desde este aspecto, no es la suma de los valores sociales, ni el de los bienes materiales de cada quien sino las condiciones que hacen que el individuo alcance su fin último, su trascendencia como ser humano, su perfección.

Decía Santo Tomás "El bien común es el fin de las personas singulares que existen en la comunidad, (en analogía) así como el fin del todo es el fin de las partes.

Sin embargo el bien de una persona singular no es el fin de otra.

" Lo anterior viene a colación para tratar de entender lo complejo que es este concepto pero que finalmente podemos concluir que el Bien común lo encontramos en la sociedad y debe buscar las condiciones que satisfagan las necesidades tangibles (del cuerpo) como las intangibles (las del espíritu).

Considerando al individuo como persona.

En términos coloquiales el El Bien común busca satisfacer en cada uno de los integrantes de la sociedad, es decir de las personas, que éstos alcancen su perfección a través de condiciones que contemplen las exigencias corpóreas como las intangibles.

No se trata de satisfacer únicamente el bienestar del colectivo, el bien común no es de masas, como tampoco del egoísmo liberal del bien personal en perjuicio de los demás.

El bien común exige el bienestar social y el desarrollo del grupo mismo.

Una vez establecido la importancia que tienen los individuos en la sociedad por el reconocimiento de su dignidad como personas y que el fin del Bien común es que todos alcancemos la satisfacción plena de nuestras necesidades físicas, materiales y aspiracionales como individuos, pero también en cuanto a la inmanente esencia trascendental del hombre que considera elementos intangibles y que son inalienables del hombre mismo, como ese soplo de vida que es el alma y que quizás otros lo consideren como su “psique”, inteligencia, voluntad, memoria, conciencia etc.

Pero para alcanzar esos presupuestos es necesario que haya bienestar en todos los aspectos y que comprometa a la persona en cuanto individuo a que sea solidario con la comunidad en donde se desarrolla, es decir, tiene que estar dispuesto a superponer sus intereses a las necesidades de los demás; la persona individuo tiene el deber de procurar todo cuanto esté a su alcance para que en la comunidad haya ese ambiente de paz social y desarrollo; no basta que los gobiernos procuren el desarrollo social, tecnológico, de infraestructura, por supuesto que tienen la obligación, pero el ciudadano también tiene esa enorme responsabilidad de ser copartícipe en la generación de esas condiciones.

Sí, parece utópico, pero de eso se trata, de perseverar como sociedad en los medios que nos procuren la satisfacción de nuestras necesidades tangibles e intangibles.

Sólo así podremos alcanzar nuestro fin último, nuestra perfección.

El bien común implica la paz, la estabilidad y la seguridad de un orden justo.

La Paz, la estabilidad y la seguridad son condiciones sine cua non para que el bien común se de.

Hablar de Orden, de Paz, de Estabilidad y de Seguridad sin duda alguna inspira un sentimiento pleno que permite tener la confianza en alcanzar el bien ansiado, sin embargo para ello hay que esmerarse.

Lo trascendente es que hay un ordenamiento tal que todo y cada quien encaje en la responsabilidad que le acontece.

Debemos ser promotores de una cultura que respete los valores y principios del hombre como base imprescindible para la paz y para el bienestar social, seguro redundará en el ordenamiento de las cosas mismas y traerá seguridad.

Y con ésto, hoy, se hace presente una sentencia de un memorable personaje de nuestra historia que ha trascendido: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.

Benito Juárez.

A manera de resumen y como comentarios finales.

El bien común contempla integralmente a la persona en cuanto individuo y en cuanto su potencias.

El Bien común no es de masas, ni de individualismos egoístas.

El Bien común no es la sumatoria de todos los bienes.

El bien común te hace responsable a tí como persona, aunque tengas que superponer tus intereses a la de los demás, si ello implica el bienestar de todos.

El Bien común no es sólo desarrollo y bienestar en cuanto a satisfactores materiales.

El Bien común es para todos, no para unos cuantos o para unos muchos.

Requiere de perseverar en las condicionantes que nos garanticen paz, seguridad… un orden justo.

Veámonos a un espejo… Ante los acontecimientos reiterados en los diferentes institutos políticos, habría que preguntarnos si en verdad están cumpliendo con su papel para transformar a la sociedad y permitir que cada ciudadano alcance sus satisfactores de manera solidaria, o es que los intereses personales, disfrazados de bien común, son los que se anteponen a las circunstancias.

No es fácil pero necesitamos educarnos en los valores y principios que dan sentido a nuestras vidas.

No es suficiente aportar un granito de arena para lograrlo, para ello se requiere de poner a disposición todos los talentos sin egoísmos, ¿quién le mete?.

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